lunes, 3 de marzo de 2008

GLOBALIZACIÓN Y PATRIOTISMO IMPORTADO

Frecuentemente, las estrategias políticas se importan, con un tinte patriótico tal que los ciudadanos nunca cuestionarían su aparente originalidad, en un principio. En 2008, un sencillo navegante de Internet puede cazar plagios decepcionantes (inadecuados a la realidad local) o amistades peligrosas.
A estas alturas, hablar de plagios en los lemas de campaña no aportará demasiada utilidad al lector. Sin embargo, existen amistades peligrosas que cabe tener presente para formarse una opinión sobre nuestros representantes.
Me ha parecido alarmante dos paralelismos de Manuel Pizarro con la dictadura militar de Chile.
El primero de ellos se ha hecho ya famoso. Salió a la luz en el debate televisado entre los aspirantes al ministerio de economía, donde participó Manuel Pizarro por el ala derecha.
Según ha publicado el diario El Mundo, cercano a los intereses de Pizarro (tanto que opinó sin fundamento que había ganado el debate), el aragonés defendió el modelo chileno de pensiones, fruto de la capitalización practicada por Pinochet. Ello supone una involución en el Estado del Bienestar hacia unos niveles de raquitismo estatal, totalmente en desacuerdo con la eficiencia demostrada teóricamente. La polémica viene simplemente por unas declaraciones de 1994, pero cabe tener presente este paralelismo para conectar con el segundo:
El ingente beneficio que ha obtenido Endesa (cuyo ex – presidente se llama precisamente Manuel Pizarro) con la privatización de ríos en la dictadura militar chilena. Los ríos son públicos prácticamente para el común de los mortales, excepto para los chilenos, siendo de propiedad privada. Ello es una actividad enormemente lucrativa hoy día, y también durante la etapa de máximo poder del ahora postulado como ministro de economía por su superior, Aznar.

Como vemos, las inspiraciones en el exterior enriquecen el discurso y el programa de los más conservadores. Conservan incluso íntegras las propuestas de Sarkozy (Sarkoyes para sus detractores franceses por el similar motivo de americanismo revestido de nacionalismo francés) o Merkel en inmigración, o la política belicista de Bush o McCain.
No cabe mantener que el señorito del siglo XXI sigue anclado en los tiempos de la taberna con olor a vino viejo y a autarquía. La derecha moderna ha sabido manejarse en un mundo globalizado y es un paradigma de cómo buscar y seleccionar las ideas que le fascinan. La parte negativa reside en la alarmante posibilidad de compartir y generalizar unas ideas como las de Pinochet, Bush y demás figuras para las páginas de la historia negra.



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