martes, 11 de marzo de 2008

TRAMPAS DE POBREZA Y CAPITAL HUMANO

Ante la pregunta, ¿qué puede hacer Ud. para arreglar el mundo?, una de las ideas que se le habrán ocurrido habrá sido: invertir en capital humano.
Seguramente, también habrá pensado en irse a un país empobrecido durante un período de tiempo para poner en práctica el argumento teórico siguiente: si hay pocos economistas, ingenieros, etc. en Uganda, por ejemplo, entonces allí seré escaso, muy útil y valioso, mientras que en España seré un triste “mileurista”.
Ahora bien, este razonamiento aparentemente verdadero no lo es siempre. Se trata, pues, de una paradoja. Y nos referimos en concreto a las trampas de pobreza.

Trabajos como los de Blanchard y Fischer (1988) muestran la necesidad de un umbral para la utilidad de la inversión en capital humano, de tal manera que se rompa el ciclo vicioso de un país estancado y se pase a un ciclo virtuoso.
Por tanto, no cabe generalizar e invertir en políticas de formación por doquier. De hecho, quiero transmitir que, si el arroz es insuficiente, la escuela no sirve para sacar del atraso a multitud de pueblos. Suena políticamente incorrecto y ahí está el problema al que deben enfrentarse algunas instituciones para el desarrollo como el Banco Mundial. Esta es una carta abierta al Banco Mundial, a sus seguidores (que ojalá cambien de opinión) y, claro, a los míos propios.
DESARROLLO PAÍS CUYO CAPITAL FÍSICO SUPERE EL UMBRAL: CAPITAL HUMANO>CAPITAL FÍSICO.
DESARROLLO PAÍS SUMIDO EN TRAMPA DE POBREZA: INVERSIÓN EN CAPITAL FÍSICO>CAPITAL HUMANO.
Por supuesto, no me refiero a la metáfora de llevar pescado en lugar de enseñar a pescar de un modo permanente. Lo que se trata de criticar en este artículo (sería recomendable que algún hispanohablante del Banco Mundial tropezara navegando con este blog) es la falta de rigor en bastantes proyectos de desarrollo de gobiernos nacionales o de entidades supranacionales que llevan incorporados en sus programas de actuación/programas electorales ciertas propuestas en materia educativa por cuestión atractiva, ideológica (dentro de movimientos indigenistas, populistas) que dejan al margen la cuestión de la efectividad.


Al referirme a efectividad, debemos partir de la realidad (es decir, no estamos ante un supuesto de un modelo simplificado) de la variabilidad entre países, lo que un político diría: “un mundo plural, con multitud de identidades, pueblos (…)”.
Véase un caso de hace unos años, cuando un país del Sur como India debatía sobre la prohibición del trabajo infantil, argumentando que Inglaterra nunca estuvo penalizado por el empleo de niños durante su industrialización. Como todos estaréis pensando, acudir a una reunión internacional y defender una praxis en contra del derecho de la infancia a jugar es aberrante para nuestra moral, pero tiene una lógica relacionada con ese principio de heterogeneidad: hay regiones del Globo muy atrasadas (India hace unos años, ahora no), sumidas en trampas de pobreza y la urgencia por aumentar la renta y el stock de capital son a corto plazo fundamentales para garantizar la efectividad de políticas con un efecto multiplicador que permitan un alto y sostenido crecimiento vía innovación.



Para un caso como el español, nadie duda de que existe un potencial que puede ser explotado y lo más optimistas decimos que es factible llegar a una convergencia con la frontera tecnológica, Estados Unidos, a partir de un cambio de paradigma en el crecimiento económico. Ahora, tiempo de enfriamiento, es un momento para reflexionar y cambiar decididamente de modelo porque sí es posible hoy por hoy en España, pero no lo es en Uganda ni lo fue en el pasado reciente de la India.


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