lunes, 24 de marzo de 2008

RETOS DE BRASIL: INDUSTRIALIZACIÓN Y DESARROLLO


Leyendo el artículo de Alfredo Arahuetes “La peculiar adaptación asiática de Brasil” en EL PAÍS del 18 de marzo, he querido profundizar sobre el proceso de desarrollo e industrialización que vive el gigante iberoamericano.
A modo de complemento del artículo de Arahuetes, aquí pretendo enfatizar sobre la doble dimensión del caso brasileño: industrialización y desarrollo, versus esa ambigüedad consciente o inconsciente entre ambos conceptos.
En Brasil, el gobierno de Lula (de origen obrero) ha establecido como eje central de política económica la sustitución de exportaciones (industrialización con el objetivo de sustituir la exportación de productos agropecuarios por otros manufacturados) junto con la redistribución de la riqueza, efectivamente grande y potencialmente mayor por las posibilidades que ofrecen tanto el gran mercado interior e iberoamericano como la riqueza natural. Para poder hablar de desarrollo plenamente, hemos de tener en cuenta la dimensión humana y tener presente la antítesis del desarrollo que suponen el desarrollismo con objetivo produccionista de las dictaduras franquista o nazi.

Vista de Seúl, ejemplo de la prosperidad derivada
de la sustitución de exportaciones
ISI E ISE
Ahondando en la “sustitución de exportaciones” o ISE, es evidente que los resultados de esta fórmula para el desarrollo (en el Sureste asiático) han sido mejores que los resultados de la Industrialización Sustitutiva de Importaciones o ISI (en América Latina, donde el fracaso fue inevitable con la crisis de la deuda externa de los 80). El error primario es apostar directamente por la ISE porque, realmente, esta es una fase en el proceso de industrialización que sucede a la ISI, tal y como explica el economista venezolano Max Flores.
HISTORIA RECIENTE SOBRE LA INDUSTRIALIZACIÓN EN BRASIL
Una vez aclarada la necesidad de ISI para alcanzar la ISE, no debe condenarse la adopción de la inicial sustitución de importaciones en múltiples intentos fallidos de industrialización. Lo realmente condenable es la falta de incentivos para abrir las fronteras gradualmente y pasar a exportar bienes con alto valor añadido. Esa postura conservadora y cómoda de permanecer aislado ha llevado al desastre múltiples gobiernos autárquicos. Me refiero a la beneficiosa apertura gradual, dentro de un marco de capacidades, a la que me refiero en mi artículo “La globalización como punto de llegada”.
Como algunas de sus repúblicas vecinas, Brasil apostó por la ISI en los años 70, tardíamente. Los años siguientes estuvieron marcados por un alto crecimiento, pero la falta de incentivos para el camino hacia la ISE llevaron a la conocida obsolescencia del aparato productivo que suele ocurrir en estos casos y a la mayor distancia con respecto a la frontera tecnológica, esto es, a una desventaja con las potencias industrializadas. En este contexto, el estallido de la crisis de la deuda externa tuvo efectos devastadores para la región latinoamericana, incluyendo Brasil. Entonces, se descapitalizó el país.
INSERCIÓN FINANCIERA E INSERCIÓN COMERCIAL

La globalización financiera posibilita la inserción financiera de los territorios del Sur, pero no garantiza la permanencia de ese capital ni la deseada inserción comercial. Aquí llegamos a un punto clave para comprender el éxito de los Nuevos Países Industrializados del sureste asiático y China: estos países se han diferenciado de otros con una situación inicial de pobreza similar por su inserción comercial, como evidencian, en el plano micro, las abundantes etiquetas que vemos en cualquier tienda “Made in Taiwan, China…” y, en el plano macro, el saldo positivo de la balanza de pagos.

Favelas en Brasil: las desigualdades exigen
la búsqueda del desarrollo, más allá de la
mera industrialización
Este paso hacia la adopción del modelo asiático por parte de Brasil no se ha producido por azar, sino que existe una intención política expresa de Lula, rupturista como era de esperar por su origen obrero, aunque el paso del tiempo en el poder le ha moderado, recordando su pasado en la lucha sindical.
A pesar de esta moderación (algunos dirían derechización), Lula ha aportado el ingrediente de la redistribución de la riqueza para el desarrollo, por encima de la industrialización. Y es que son múltiples sus preocupaciones: por el crecimiento, la redistribución, la extensión de los servicios públicos, la defensa del interés público en la lucha contra el SIDA por encima del interés privado de las multinacionales, la destrucción de armas para la reducción de la violencia en contra del interés de las poderosas industrias de armamento que ignoran sus efectos potenciales en Estados Unidos, etc. Todo ello con el atractivo internacional de ser incluido en el mapa geopolítico de Reforma (junto a Chile o Argentina) y no el de Revolución, enfrentado a Estados Unidos (Venezuela, Cuba o Bolivia).
REFORMA


VERSUS REVOLUCIÓN





Con el apoyo político a Lula, defiendo una forma de desarrollo contrastada empíricamente en Brasil, Chile y las potencias emergentes del sureste asiático que se basa en: la transición desde la ISI a la ISE y la redistribución de la riqueza.









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