jueves, 13 de marzo de 2008

NUEVA ECONOMÍA Y VIEJA ECONOMÍA


Ahora mismo, Ud está leyendo este artículo y puede pararse a pensar sobre las ventajas de las nuevas tecnologías, que permiten no imprimir toda la información para leerla. Desde este punto de vista, el impacto ambiental derivado del uso de las nuevas tecnologías puede parecer menor. Pero la idea a tener presente es: “El total es lo que cuenta”. Igual que la frase comentada ayer sobre las oportunidades y el éxito de los ciudadanos, este lema gubernamental tiene fundamento. Veamos por qué.
Navegando por Internet y leyendo decenas de artículos en formato digital, apenas está consumiendo (dado que el consumo de los ordenadores es mínimo), pero irá imprimiendo aquellos textos que más le interesen. Si quiere hacer la prueba, compare el consumo total de papel antes de tener ordenadores y la cantidad empleada ahora para llenar las impresoras de papel – otrora árboles.

En la actualidad, el crecimiento exponencial de la renta implica un uso mayor del medioambiente, a pesar de las nuevas tecnologías. Quiero decir que la nueva economía tiene vestigios de la antigua, siendo una de las pruebas más evidentes el mantenimiento de las rentables inversiones que se realizan en compañías petroleras-inmobiliarias-automovilísticas (Hollyburton, Exxon, General Electric, Toyota). Es más, el volumen de negocio que se valora en el trabajo de los brokers no entiende de nuevas o viejas economías, sino simplemente de beneficio. En esta dirección, pese al avance de compañías tecnológicas y especiamente de Google, la garantía de rentabilidad de compañías petroleras no está hoy en cuestión, a la vista de los rendimientos obtenidos en el sector energético tras la guerra de Irak - vestigio del pasado, de la vieja tecnología en el tercer milenio, milenio global.


Asimismo, los combustibles fósiles han sido el motor del capitalismo (Vea parodia al respecto de los hermanos Marx aquí). Ya sea carbón o petróleo, la terciatización total de la economía no pasa de la utopía.
Lo que sí es evidente es que el peso de las nuevas tecnologías es mayor hoy que hace veinte años, y que es más conveniente este mayor peso (gran ascenso durante la era Clinton y ralentización en la era de los halcones actuales). Ahora bien, un crecimiento elevado y sostenido debido a un aumento de la tecnología provoca incrementos de la demanda, incremento del consumo energético y aumento de la contaminación (pese a la todavía lenta transición hacia fuentes energéticas alternativas).



Finamente, “el total es lo que cuenta” y la contaminación aumenta año a año a nivel global. Por tanto, las nuevas tecnologías plantean un trade off. Individualmente, cada producto es eficiente energéticamente, pero el potencial de crecimiento de estas nuevas tecnologías dispara la demanda de energía obtenida a partir de fuente no limpias, a día de hoy.




Es posible un cambio radical en esta tendencia a partir del mayor uso y perfeccionamiento de energías verdes, pero ello dista de ser factible en los inicios de este tercer milenio, milenio global.




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