viernes, 14 de marzo de 2008

GLOBALIZACIÓN COMO PUNTO DE LLEGADA


“Las políticas de ajuste estructural del FMI —diseñadas para ayudar a un país a ajustarse ante crisis y desequilibrios más permanentes— produjeron hambre y disturbios en muchos lugares, e incluso cuando los resultados no fueron tan deplorables y consiguieron a duras penas algo de crecimiento durante un tiempo, muchas veces los beneficios se repartieron desproporcionadamente a favor de los más pudientes, mientras que los más pobres en ocasiones se hundían aún más en la miseria. Pero lo que más me asombraba era que dichas políticas no fueran puestas en cuestión por los que mandaban en el FMI, por los que adoptaban las decisiones clave; con frecuencia lo hacían en los países en desarrollo, pero era tal su temor a perder la financiación del FMI, y con ella otras fuentes financieras, que las dudas eran articuladas con gran cautela —o no lo eran en absoluto— y en cualquier caso sólo en privado.” Joseph Stiglitz, "El malestar de la globalización”.

Los países subdesarrollados que han seguido estas políticas de ajuste estructural no siguieron una senda favorable de crecimiento en los años 80, ni en los 90. Especialmente en la década de los 80, se produjo un cambio notorio en la política de algunos países en el marco temporal que gira entorno al estallido de la crisis de deuda externa, en América Latina. La refinanciación de la deuda a aquellos países se condicionó a la aplicación de políticas neoliberales, con unos resultados que cuestionan seriamente las ventajas de la liberalización enunciadas por los ortodoxos.
Esto es, la eliminación de subsidios al desempleo habría de causar una caída en los niveles de paro al acercar el nivel de salario al de equilibrio, pero la realidad de aquellos años fue un desmantelamiento del Estado del Bienestar con una situación de crisis extrema tal que los economistas han llegado a la convención de definir a los 80 como la década perdida: en términos de producción y trabajo. Eso sí, la austeridad presupuestaria influyó en la bajada de los precios, aunque cabe tener en cuenta el factor de las carestías para explicar subidas coyunturales muy drásticas.





En conclusión, las directrices del FMI causaron unas asimetrías ricos/empobrecidos cada vez mayores, con la carga para el Sur de estar condenado a limitar sus posibilidades de desarrollo para transferir recursos al Norte por la devolución de la deuda. En contra de la teoría ortodoxa que argumenta un flujo de capital (también financiero) desde los territorios boyantes a los deprimidos, la praxis demuestra un flujo Sur-Norte que cuestiona la justicia social de los organismos directamente vinculados con la Secretaría del Tesoro de Estados Unidos.
Desde otra posición diferente, más intervencionista, en China e India se ha conseguido la reducción de la pobreza a niveles muy superiores a los del resto del planeta y en la contabilización de la variación de la pobreza, el sesgo ideológico de los organismos internacionales-Secretaría del Tesoro estadounidense lleva a apropiarse del mérito de la reducción de la pobreza cuando la reducción de pobres se explica en gran medida por los países que siguen pautas diferentes.

REFLEXIÓN PERSONAL

En el tercer milenio, milenio global, defender la vuelta a esquemas cerrados o intervencionistas me parece inadecuado. Lo que sí me parece muy coherente con el tiempo presente es un objetivo de apertura y globalización como punto de llegada, en contraposición a la propuesta de los más conservadores, que propugnan la apertura como punto de partida.
Los datos son incontestables. Rusia y sus países satélites desmantelaron su Estado comunista de golpe, desde el intervencionismo absoluto a una privatización del aparato productivo a ritmo vertiginoso. Este dato cobra relevancia al compararlo con la evolución del PIB en Rusia en los siguientes años a la caída del sovietismo: seis años consecutivos de recesión, habiendo caídas del 15 % del PIB en los primeros años.





Fuente: Banco de Finlandia.



Vista nocturna de Shangai, China
Posteriormente, Rusia ha planteado políticas al margen de la doctrina conservadora estadounidense y el crecimiento y potencial ruso es una de las referencias mundiales.
El caso chino es un modelo de desmantelización del Estado desde los niveles de Mao hasta un punto actual muy elevado todavía, con una transición lenta hacia el capitalismo, seleccionando las inversiones privadas de acuerdo con el impacto económico y evitándose la especulación “a corto plazo” que puede darse en países con pleno liberalismo.

No defiendo una tendencia hacia el proteccionismo eterna sino la instalación de un Estado del Bienestar en los países del Sur para conseguir una distribución equitativa y la consolidación de la clase media, al ser insostenible un régimen con un alto grado de concentración de la riqueza y conflictividad (puede que me remita a este asunto en un futuro para tratar la verdadera causa de la Guerra Civil de 1936-1939).




Una vez que se hayan consolidado las clases medias (una versión muy moderna del principio radical de la función opresora/vengativa del Estado en la transferencia de riqueza desde capitalistas a trabajadores), la equivocación de la izquierda clásica está en atribuir al Estado la función de mero aparato fiscal, con tendencia a la obsolescencia del aparato productivo y sin incentivos a la investigación e innovación. Por tanto, me parece bien una versión moderna y moderada de redistribuir como punto de partida. Tras conseguir este objetivo, ha de evolucionarse hacia el liberalismo gradualmente, sin cambios bruscos.
Así pues, la apertura y la globalización está planteada hoy día como el contexto que podría conseguir al éxito global, si los ricos tienen el valor altruista de recompensar a los perdedores en el proceso de globalización. Creo que el sentido de esta implicación ha de cambiarse. Y he aquí mi refleción personal final: el éxito global (conjunto) llevará a una globalización futura por inercia, pero la globalización presente parece condenar al fracaso a una parte socialmente invisible del Globo.





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